Al fuego las penas

Ha sido bonito dejar tu corazón...
significa que por una fracción de tiempo había estado allí.
Quemo los últimos recuerdos, lo que queda de ti alimenta el fuego.
Bebiendo vino y arrancando las hojas de un libro...
hojas que nunca te he dado.
Quemándolo con cuidado para no dejar ni rastro, ni una letra legible del fracaso,
no puede haber muestra de nuestro pasado.
Lo siento, no podía continuar con este peso...
no servía de nada conservar este sentimiento.
Cartas manchadas de lágrimas que se queman más rápido que se escriben.
No quiero de tí que quede nada.
Ninguna muestra de lo vivido cuando está vacío...tu me has dejado la cáscara.
Crematorio de recuerdos, brindo con un trago...¡a tu salud! ¡a la de todos los que son como tú!
¡Qué fácil se quema cuando no duele!
He dejado de buscar las respuestas entre la basura.
¡Qué rápido se queman las penas! Igual de rápido debieran irse...
que por más que corro siempre me alcanzan.

Las hojas de rencor arden mejor.
Satisfacción absoluta al ver las llamas explotar de júbilo cuando tienen los folios entre sus brazos,
¡qué delicia verlos quemarse! Con cada folio nuevo disfruto más que con el anterior.
Eres mi basura emocional...
No se encontrar la madera entre la ceniza...veo el rojo de mi corazón en el fondo...
en lo más adentro de un montón de polvo...sigue latiendo...
pronto...pronto será de nuevo fuego, soy de una madera que nunca se apaga.


Extracto del Libro. El lenguaje de las Abejas. Isabel Garre, 2013.

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