ERRORES DEL PASADO. PAST MISTAKES

Ilustración de Gael. Garre,I (2004).

Uziel apoyado en la pared de la habitación de su protegida, la contemplaba mientras dormía tranquila y sosegada, como si cada respiración que ella daba le propiciara a él un agradable placer, por la satisfacción de estar haciendo bien su trabajo. Caminó despacio hasta la ventana de ese quinto piso, comprobando que era una noche con un cielo maravillosamente despejado y con una luz lunar que daba a los gigantes edificios un aspecto sobrenatural.

La serenidad que experimentaba a esas horas cuando ella dormía se estaba viendo amenazada por un miedo invisible que no sabía a que podrían deberse, sin embargo, había algo en la atmósfera que le incomodaba.

Cuando volvió su vista hacia la cama donde Carolina dormía, se sorprendió al no verla allí, pues ni tan siquiera había percibido el sonido de la puerta al abrirse a la cual miró instintivamente comprobando que estaba cerrada.

De pronto escuchó un leve silbido que provenía del exterior, quién podría estar en la calle a esas horas. Se asomó por la ventana y vio la espantosa imagen de un diablo soltando sin dudarlo a su protegida aún dormida. El ángel sabía que una caída desde aquella altura era mortal para una humana.

Uziel se lanzó como si le fuera la vida en ello y consiguió alcanzarla a unos escasos metros del suelo. La chica, como si se tratara de un sueño se quedó inmóvil y en silencio, lo que le indicó a Uziel, que estaba bajo los efectos de algún hechizo.

Antes de que pudiera ponerla a salvo, sintió como alguien le daba un brutal puñetazo que le enviaba a varios metros de distancia, pero en ningún momento podía permitirse el lujo de soltarla. Descendió hasta la terraza más próxima y dejó allí a Carolina, que se quedó de pie mirándoles.

El ángel se levantó furioso, deseoso de verle la cara a ese diablo que había osado entrometerse en su trabajo, desenvainó su espada totalmente convencido con la idea de acabar cuanto antes con aquel intruso que había ido demasiado lejos.

El diablo se posó en el suelo de la terraza y escondió sus alas mientras caminaba con paso altivo y prepotente. Se trataba de un ser maligno corpulento, de fuerte tórax y espaldas anchas, con rasgos faciales muy marcados.

Una vez estuvo frente a frente, se detuvo para recogerse el cabello que le tapaba media cara con cierto toque de chulería, hasta que al final tras su instante de peluquería, le dedicó unas palabras.

-Hola Uziel, ángel guardián del clan de los vigilantes –le dijo en tono áspero y arrogante.

-¿Quién te envía? –porque estaba más que claro que no era un ataque casual.

-¿Acaso no me reconoces? –le preguntó acercándose más a él y dejando que la luz del edificio de al lado rompiera el misterio.

-¡No conozco a ningún diablo! –exclamó con su habitual estilo breve casi telegráfico -¿Qué es lo que quieres? ¡Habla antes de que mi espada te devuelva al infierno al que perteneces! –le gritó apretando la mandíbula, preparándose para iniciar su ataque de un momento a otro.

-El nombre de Gael, ¿no te dice nada? –miró a Uziel con desprecio -¿Ya no me recuerdas?

-¡Gael murió hace mucho tiempo! Un diablo, no es merecedor de conservar el nombre de un ángel –le contestó fingiendo no encontrarse turbado ante un reencuentro tan hostil.

-Pues recuerda bien mis palabras –y desenvainó su espada -, soy Gael, y he venido hasta aquí con la única misión de matarte –añadió sonriendo ampliamente con una maldad absoluta.

-¡No esperaba menos de ti! –exclamó el ángel tragando saliva con dificultad -¡Siempre supe que tu lugar estaba entre los siervos del mal!

-¡Es que siempre fuiste el más inteligente de la clase! –rió irónicamente.

-También mejor con la espada –le dijo en tono que quería parecer indiferente.

-¡No me hagas reir, que no estoy aquí para mofarme de payasos! –rió a carcajadas sin poder evitarlo.

-Está claro que vienes para vengarte porque un día fui yo quién te cortó las alas –le miro con rencor - ¡eres realmente patético! ¡Lo eras como ángel y como diablo!

-¡Quiero justicia, con un ángel que ataca a un amigo por la espalda! –le lanzó una mirada cruel -¡Sé que fuiste tú!

-¡De eso hace siglos! ¡Lo hice por tu bien! ¡Pero es normal que seas así, demuestras lo rencoroso de los diablos! –rió complacido -¡Tranquilo, después de esta noche nunca más sentirás nada!

-Sí, de eso estoy seguro –y desapareciendo de su vista, le golpeó con fuerza en las costillas y empezó a volar.

Uziel voló tras él, sintiéndose poderoso a medida que le recortaba distancia, de repente Gael volvió a disolverse en el aire y se materializó sin esperarlo a su lado, para darle un cruel golpe en la cara que le dejó aturdido, fue entonces cuando el diablo le cogió del cuello y sonrió satisfecho.

-¡No lo haré por la espalda! –y diciendo esto comenzó pegarle puñetazos en la cara una y otra vez, hasta verle sangrar, imagen que le produjo un placer extremo.

El ángel indefenso, no era capaz de blandir la espada contra un oponente tan poderoso, que le estaba machando como si fuera un muñeco de trapo.

-¿Y la Corte Celestial? ¿Por qué no vienen en tu ayuda? –rió a carcajadas Gael, deleitándose al dar rienda suelta a todo su odio -. Siempre protegiéndoles, ¿quién te protegerá a ti ahora?

Uziel asi sin fuerzas para respirar, supo que moriría a manos de Gael, a menos que ocurriera algún milagro y vinieran en su ayuda, lo que le pareció imposible, porque tristemente siempre llegaban tarde. Ahora comprendía como el destino había jugado una terrible partida contra él y le tocaba perder. Sus malas acciones contra los demás, habían regresado para castigarle, por ello acató con resignación su aciago destino.

-¡Te voy a dar la oportunidad de vivir!, ¿quieres servir al señor del infierno? –le preguntó Gael deteniéndose en seco, y limpiándose su mano en la ropa del ángel, que en otras ocasiones era impoluta.

-¡No! ¡Jamás, seré un siervo del mal! –le dijo con el poco orgullo que le quedaba.

-Entonces me obligas a matarte –y desenvainó su espada nuevamente con una rapidez extrema.

Uziel se encomendó a su suerte, mientras que en esos segundos se detenía el tiempo, haciéndole disfrutar de lo poco que le quedaba, el olor de la ciudad, las delicadas lágrimas que recorrían sus mejillas y el último aliento vital que se llevaba de este mundo consigo.

En dos movimientos certeros, Gael, produjo en el ángel un dolor extremo que le hacía gritar de dolor.

El ángel sin fuerzas y con el ruido de fondo de las carcajadas del diablo, se precipitó al vació hasta impactar en la calzada.

Gael miró por última vez a Uziel, y le lanzó sus propias alas para que estuvieran a su lado y él mismo pudiera ver como se iban convirtiendo lentamente en cenizas, algo que a él mismo le habían negado.

Uziel no moriría, sin embargo, a partir de ese segundo la desearía con agonía, pero incluso ella le daría la espalda. Había sido condenado a llevar una vida mortal, como un humano más, donde aprendería el valor de sus decisiones y sus actos, las cuales tenían consecuencias no siempre positivas para uno mismo.

Los errores del pasado, te perseguirán allí donde vayas, no importa ni donde te escondas, ni las décadas transcurridas, siempre te encontrarán para saldar viejas cuentas pendientes-pensó Gael y desapareció para seguir con su propio proceso de ajusticiamiento.



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