La valentía de quién ama
Podía
recorrer su cuerpo con la yema de los dedos, con la delicadeza de quién
acaricia la seda, piel que aún no respira…piel que aguarda la llegada de su
nueva inquilina. Keicum reposaba sobre el hombro de Elhah, se había quedado
dormido en su regazo a la espera del despertar de la joven.
Abrió
los ojos, cuando percibió la humedad de sus propias lágrimas mojando su
mejilla, otra vez había estado buscándola por diferentes dimensiones sin
encontrarla.
-No puedes
hacerle regresar Keicum, no debes incumplir las reglas –le dijo el Arquitecto
-…Tampoco deberías estar aquí martirizándote con su silencio.
-¿Por
qué no ha regresado aún? –le preguntó incorporándose.
-Supongo
que no es el momento.
-Lo
supones…¿solo lo supones? –secó sus lágrimas del hombro de Elhah.
-Carezco
de información de aquellos lugares ajenos a nuestros dominios, cuando un alma
muere, va allí donde debe ser purificada.
-Cuando
dijiste lo que había que hacer…olvidaste comentar ese detalle…que anda
perdida en cualquier parte…en un sitio en el que ni siquiera somos capaces de
conectar…¡no la veo padre, no la puedo ver! ¿entiendes mi sufrimiento?
-Sufres
porque ya estás comenzando a dudar de ella…y tu egoísmo interior no quiere
permitirse asumir que Elhah es la última en decidir sobre su existencia…si ha
de volver…volverá y tú en este caso no puedes hacer nada.
-¡Por
qué no lo dijiste! No hubiera permitido que se adentrara en ese viaje interior…
-¿De
verdad la amas tanto? –dudó de él.
-Por
supuesto…de no amarla estaría padeciendo este calvario.
-¡No la
amas en absoluto! –fue serio y duro a la vez el Arquitecto.
-Tú no
sabes lo que siento…-le dijo con desprecio Keicum.
-Amar no es prohibirle a un alma emprender un viaje
por miedo a que no regrese a nuestro lado, es vil…absurdo, un pensamiento de
tales características te hace indigno de tu rango y nobleza…la haces débil…¿de verás amas a alguien débil? ¿quieres a
tu lado para siempre un ser de una naturaleza inferior?...Dócil, que responda a
todos tus deseos…eso no es amar Keicum…eso es una visión infantil de algo
parecido al deseo más egoísta…
-Es
miedo a perderla…padre…solo eso…-se derrumbó Keicum –Es la primera vez que me
siento así…y aceptar que quizás no vuelva a repetirse…que las mismas
posibilidades de regresar son las que tiene de abandonarme…
-Pasará
lo que tenga que pasar…en este caso solo puedes confiar, hacerla fuerte en tu
corazón para que vuelva a ti, pero no la hundas más compadeciéndote de ella,
intentando buscarla para sacarla de allí donde está, cuando debe ser ella quien
regrese. ¿La amarás igual si eres tú quién la trae de vuelta? Si no evoluciona
todo lo que su ser está destinado a hacerlo…permíteselo…¿o es otro tu miedo?
-No
comprendo padre…-levantó la mirada Keicum.
-¿Qué
Elhah va a plantarse delante de ti? ¿sentirá lo mismo cuando haya recorrido los
confines del universo que tú aún ni tan siquiera has explorado? Será alguien
que desee permanecer a tu lado…¿o quizás no? Quieres a alguien débil para que
no amenace tu seguridad.
-No
tengo la menor idea de que va a suceder, y es eso lo que me saca de mis
casillas, ¿por qué ya no podemos controlarlo todo?
-Porque
la razón se debilita antes que el corazón…la razón es limitada porque se cansa
de dar argumentos…y el corazón solo siente.
-Si solo tuviera un pequeño indicio
de que va a regresar.
-No puedo ayudarte…
-Padre, ¿puedes entenderme?
-A veces no –se sinceró el
Arquitecto.
-Tú conoces la existencia de la vida
antes de que se instaurara el reinado de los Señores del Tiempo, sabes lo que
es vivir de otro modo diferente a como vivimos ahora…pero yo…nací en una cuna
de control absoluto de la vida, de las acciones, pasadas presentes y futuras…y
ahora…ahora de repente estoy poco a poco aprendiendo a marchas forzadas que no
somos los amos y señores del universo…¡me cuesta tanto asumir eso!
-Asumir que no puedes hacer nada, la
impotencia nos proporciona aprendizajes muy valiosos…lo primero a guardar la
calma porque esta situación no depende de nosotros, lo segundo, aquietar la
mente cuando nos grita y reprocha el no intervenir…
-Lo tercero, no dejarse invadir por
el desánimo y la melancolía –añadió Keicum -. Soy un miserable…por desear que
hubiera sido la primera en regresar…por arrepentirme de haberle dejado marchar.
-Te repito, ¿la considerarías digna
de ti? Si regresa, vas a tener frente a frente a un ser superior…dejará de ser
tu mascota, tu humana esclava…podrá decidir si quedarse contigo o seguir su camino sin
ti.
-Debí haber barajado esta opción
antes de escucharte y hacerte caso…-se limitó a decir Keicum, y besó en la
mejilla dulcemente a Elhah -¡Qué desagradable es besar un cuerpo vacío! Y aún
así no puedo dejar de hacerlo, porque hay un minúsculo hilo…tan delgado, casi
invisible por el que siento aún la energía de Elhah, por muy lejos que esté…
-Entonces confía…-susurró el
Arquitecto.
Manuales de Creación. 7º Parte. Isabel Garre.
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