Se puede cambiar
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¿Se pueden cambiar las cosas?
Sí, se puede si quieres
Garre,I (21 Mayo,2014)
A los que dicen que no se pueden cambiar las cosas, los cuales se dejan llevar por la corriente de apatía y desánimo, la misma que les interesa fomentar a los que pretenden vivir por encima para que no se nos ocurra levantar la vista del suelo, a todos ellos...se puede cambiar.
Se puede cambiar, se debe cambiar, este cambio debe vencer las reticencias, las barreras que nos impone nuestro propio cuerpo disociado, la mente por un lado y el corazón por el otro. Es posible salir de un proceso depresivo, como quién despierta de un estado hipnótico o de un sueño; es posible ser un poco mejor persona cada día, tan solo hay que quererlo y entrenarlo...todos llevamos un guerrero en nuestro interior que espera sentado en un tronco entrar en acción, una acción por supuesto no violenta.
Cambiar para mejor, ¿y qué es lo mejor? ¿lo qué digo yo? ¿lo qué me dicen los demás?...Lo que te hace sentir en armonía, que las piezas encajan y que tu vida tiene un sentido.
Todos tenemos excusas para no cambiar, para no ceder. Cualquiera se acerca al cambio con dudosa actitud, todos sienten miedo al darse cuenta de que el camino de ser mejor persona está lleno de sacrificios, pruebas y trabajo emocional. El primer sacrificio de todos, el más costoso pero a la vez infinitamente liberador es sacrificar el ego: la importancia personal, el "yo" ante todos los conflictos de tu vida. Una vez dejas de tomarte las cosas personalmente, como aparece en el libro de Miguel Ruiz, Los cuatro acuerdos, cuando se lleva a la práctica resulta sanador.
El miedo es el eterno acompañante en nuestra vida, al que alimentamos y alimentan los demás, pero es a nosotros a quién nos toca llevarlo en brazos o en el corazón...¡uff, menuda carga!. Es el freno del cambio, porque tristemente el ser humano cuando vive en el fondo del pozo mucho tiempo, considera ese lugar familiar, lo llega a controlar y se hace su amigo. Salir de allí, de esta situación aunque le duela quedarse, es para ellos aún más aterrador. Por ello no es de extrañar que se queden a vivir allí, para siempre. Es más fácil irradiar y expresar tus quejas ante la vida y buscar culpables fuera, más sencillo que mirar dentro de tí y ver tu cincuenta por ciento de culpa o provocación. Es muy difícil abandonar el complejo de víctima, aunque sea uno de los actos de humildad más grandes que existen.
Podemos ser mejores, podemos cambiar, a cualquier edad y bajo cualquier circunstancia, pero el cambio debe ser gradual, con paciencia, con microdetalles cuya suma total producirá el cambio personal. No hay que hacer grandes obras que se quedan únicamente en nuestro recuerdo, como recurso a evocar cuando sientes que no has hecho nada en la vida. Son las "miniobras", esas que todo el mundo sin excusa, sin limitación, puede hacer diariamente.
Si queremos un cambio en nuestra vida, en nuestro mundo, debemos partir del origen, es decir, situarnos en la casilla de salida "nosotros"; equilibrar nuestra mente y nuestro corazón para que trabajen de la mano; y finalmente, actuar.
El cambio comienza en nuestra parcela interior...
pequeña a la vista,
un universo si se ve con el corazón...
primero hay que trabajarla para poder sembrar las semillas adecuadas.
Isabel Garre. Pedagoga y Educadora social.
Pedagogía para el cambio personal.
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